para mejor proveer
Estudie… DERECHO!
Enrique Quintero Valencia
Cuando yo digo Soy Abogado quiero decir que me interesan el hombre y la cultura, lo que aquel es, y todo lo que hace. No tolero que mi interlocutor me imagine simplemente recibiendo letras al cobro, redactando folios en la manida prosa prosaica de los leguleyos, y enredando incautos en el latín macarrónico de las razones forenses. Soy abogado porque me intereso en la exploración del universo, desde el micromundo intraatómico hasta la mecánica celeste; me asombran los abismos dentro de la célula, y las irresponsables cogitaciones de los filósofos; amo la música con la que lloran los pueblos, y la que fabrican los hombres imitando el diálogo de las constelaciones. Y me gustan las especulaciones de Pascal y de Shakespeare en torno a lo que hay arriba y abajo. A propósito, soy abogado porque algo he leído de Justiniano, de Chiovenda, de Von Lizt, o de Baudry-Lacantinerie, antes de atreverme a citarlos. Pero no me son extraños Cervantes o Hegel, Borges o Marx, y varios otros muy sonoros en la preferencia contemporánea de los cazadores de best sellers. Y me gustaría que mis alumnos me recordaran por mis charlas insustanciales en demosofía o tangolexia antes que por la exégesis petulante de incisos de valor precario.
Me siento bien acompañado en las bibliotecas, en el mundo del arte, en las especulaciones matemáticas, en el interés por las ciencias ocultas y por las otras ciencias igualmente vanas pero hermosas: En todos los ámbitos encuentro hermanos de espíritu, hombres buenos y malos que fueron abogados buenos y malos; que pasaron por las aulas con la sisa del saco fatigada de códigos. Algunos entraron empujados por sus padres, o por una tácita presión ejercida por ancestros forenses. Otros en carrera de huída a las matemáticas. O atraídos por el eventual prestigio de la administración y la política. Creo que ninguno se equivocó, ni siquiera cuando las abandonaron para irse detrás de otras dulcineas o suripantas calipigias. Porque el Derecho es la entrada a muchos mundos.
El Derecho, la Abogacía, ha dado al mundo varios galardonados con el Premio Nobel. No importa que sea en Literatura: Teodoro Momsen, con su monumental Historia de Roma; Federico Mistral; Mauricio Maeterlinck, dedicado a investigar sobre las abejas; el abogado Jacinto Benavente; John Galsworthy, el autor de La saga de los Forsyte; Juan Ramón Jiménez; Georgios Seferis; Miguel Ángel Asturias, a quien su conocimiento de códigos y de incisos no pudo librar de la cárcel y del exilio; Vicente Aleixandre; Czeslav Milocz, el magistral poeta polaco…
El abogado Dámaso Alonso se enamoró de los contratos entre las palabras y la etimología sucesoral de las voces. Leónidas Andreiev se doctoró en Petrogrado como perito en letras de cambio, pero hastiado de éstas se dedicó a las otras. Hoy leemos de él Los Siete Ahorcados y El Diario de Satanás pero nadie se preocupa por sus disquisiciones infoliadas en autos y memoriales. Jean Anouilh cambió el foro judicial por el foro teatral. Lucio Apuleyo litigó en los pretorios y luego enderezó sus caminos hacia otras magias. Y creó El Asno de Oro. Balzac, como muchos de nuestros estudiantes actuales, entró a una Facultad de Derecho para complacer a su familia. No importa que no lo citemos en los vistos de un fallo o en el petitum de una demanda: Le estamos agradecidos por sus noventa y tantas novelas de La Comedia Humana. Olavo Bilac, el parnasiano brasilero, se doctora en Derecho y Medicina, para ejercer periodismo y bohemia. Giovanni Boccacio apenas sí aprovecha su abogacía unos meses, como diplomático. Boileau desertó hacia la crítica literaria, lo mismo Camilo José Cela hacia la novela. Arturo Capdevilla, ensayista, dramaturgo, novelista e historiador argentino, es menos recordado como jurista a pesar de que alcanzó la magistratura y fue profesor universitario… Abogado intentó ser Gustave Flaubert, hasta cuando lo echaron de la Facultad, en París. Y Ángel Ganivet, el ideólogo de la Generación del 98. Y Göethe, el inmenso, también abierto a las ciencias físicas y naturales, poeta, novelista y redactor de Constituciones.
Y abogados de los nuestros, como José Eusebio Caro –poeta- y el Gabo que abandonaría sus códigos por el periodismo. Germán Arciniegas, Lucas Caballero (Klim), Fernando Charry Lara, Jorge Gaitán Durán. Y no pocos del mosaico de los héroes, entre ellos Francisco de Paula Santander y Atanasio Girardot. Pedro Gómez Valderrama. Y afortunadamente Fernando González Ochoa, el filósofo de Otraparte, con ejercicio de la magistratura en los estrados de Manizales.
Y son de nuestro tiempo los colegas Fernando Arrabal, Vinicius de Moraes y Miguel Delibes (Profesor de Derecho Comercial). Y Jorge Edwards. Y Rómulo Gallegos, el de Doña Bárbara. Y Carlos Diegues –el pontífice del cinema novo brasilero. Peter Drucker, padre del eficientismo administrativo que es el fetiche de nuestro tiempo, es no solo abogado sino profesor de Derecho Internacional… Margueritte Duras hace Derecho en la Sorbona. El fundador de la discutida Opus Dei, José María Escrivá de Balaguer, cursa Derecho en Zaragoza. En permanente correspondencia con Pascal y con Huygens, el abogado Pierre de Fermat –mientras ejercer la magistratura- se ocupa en la discusión de complejos teoremas fundados en la Ecuación de Diofanto, crea la teoría de los números y desarrolla el cálculo de probabilidades. Su obra de matemático se recuerda y estudia; sus fallos y doctrinas jurídicas entraron al olvido. Carlos Fuentes es egresado de la U.N.A.M., de Derecho. El Mahatma Gandhi. El abogado Nguyen Giap debe olvidarse de la especulación jurídica para convertirse en el defensor de su pueblo vietnamita y en uno de los mayores estrategas militares de nuestro tiempo, vencedor de los Estados Unidos…
Abogados… Lo fueron el geómetra y filósofo Descartes. Descartes se gradúa en Derecho en 1616 en la Universidad de Poitiers. Y Juan Donoso Cortés, y José María Eça de Queiroz, Georges Bernanos, Vicente Blasco Ibáñez, Buffon, Rodrigo Caro, D’Alembert el Enciclopedista, Nicolás Fernández de Moratín, Henry Fielding –padre de la novela inglesa- autor de Tom Jones. Juan Goytisolo…
James Dean inicia estudios de Derecho antes de hallar su verdadera vocación. También lo hace Edgar Dégas (No tendría acaso el modelo para sus ballerinas en el recuerdo de sus compañeras de clase?). Serguei Diaghilev ingresa a la danza tras abandonar la Escuela de Leyes de San Petersburgo.
De Cicerón y Demóstenes ya se conoce bastante. Lo mismo que de Don Ángel Ossorio y el maestro Couture. Y de don Andrés Bello…
Pero es preciso que conozca a otros colegas. Si usted no descuella en el Derecho, puede realizarse en la vida como hombre culto. Y la Jurisprudencia no se resentirá de ello: Ser abogado es matricularse en el humanismo, y recorrer cualesquiera de sus interesantes caminos.
Cómo sería de delicioso el estudiante de Derecho Tomás Carrasquilla, dicharachero y paisa, ducho en chascarrillos y consejas. Se perdería detrás de su tabaco un gran jurista? No es bueno que todos aspiremos a serlo. Otro tanto podríamos sospechar de Ramón Gómez de la Serna, el genio de las greguerías. Graduado de Oxford, Lewis Carroll deja los códigos para dedicarse a matematizar la psicología endiablada y esotérica de Alicia en el País de las Maravillas, obra llena de laberintos lógicos y lingüísticos. Tendrá qué ver algo la formación curial o curialesca de Jacobo Casanova con sus destrezas de espía, rufián, tahúr, diplomático, especulador, financista? También fue traductor de la Ilíada, y hazañoso en las camas de monjas y dueñas. Filólogos, y creadores de una cuentística clásica, dos abogados tejen a cuatro manos –a despecho de cánones y jurisprudencias- las aventuras de Hansel y Gretel con la bruja malvada. De todos modos, dejaron también un Diccionario, una Gramática, y una Historia del Derecho Germánico. Fueron los Hermanos Grimm, cosidos a la infancia de los niños del mundo.
El Padre Luis Coloma, el de las Pequeñeces, no consideró que entre ellas pudiera incluirse el ser abogado. Y lo fue sin desdoro. Nicolás Copérnico estudia Derecho en Padua, Ferrara y Florencia. (Hoy diríamos: Pero por qué lo echaron de tantas partes?... ) Y no sólo inclinó la vista sobre los códigos sino que la levantó hacia las estrellas. Sabía usted que también fue casi abogado don Hernán Cortés? Nada menos que exalumno de Salamanca. De algo debieron servirle sus leyes e incisos para discutir ante las Cortes sus derechos de Adelantado y colonizador. Líder político de innegable carisma, el abogado Fidel Castro Ruz apenas muestra como experiencia en los estrados su propio alegato de defensa tras el fallido ataque al Cuartel Moncada: La Historia me absolverá. El abogado Castro Ruz realizó una revolución socialista a noventa millas de los Estados Unidos, revolución que acaba de cumplir cincuenta años y sigue adelante. De Miguel de Cervantes Saavedra se conoce que fue estudiante en la Universidad de Salamanca. Qué estudió? De sus esfuerzos e intrigas por lograr una plaza de notario en Santa Fe de Bogotá algunos infieren que su formación en esos historiados claustros tuvo qué ver con la abogacía… Creería usted que el interés inicial de Paul Cézanne fue por las leyes? Es otro de los desertores que hicieron gloria al margen. Al margen de los códigos, no al margen de la ley. El novelista y ensayista español Leopoldo Alas, que escribió con el pseudónimo de Clarín, no solamente era abogado sino que vivió su experiencia de docente universitario como catedrático de Economía en las Facultades de Salamanca y Zaragoza, y de Derecho Romano en la de Oviedo. Agustín Codazzi, bien conocido de méritos como geógrafo e ingeniero, era también abogado. Corneille fue Abogado Real en el Tribunal de Aguas y Bosques, pero nada queda de esa imagen de especialista en Derecho Ecológico. Gustave Courbet, eje del realismo pictórico francés, concurre simultáneamente a la Escuela de Pintura y a la Facultad de Derecho en París. Y su tocayo Gustave Flaubert –lo dijimos- estudió asimismo leyes.
Abogado fue Benedetto Croce, y desertor del estudio de los códigos, Nicolás Guillén. Ricardo Güiraldes empieza Arquitectura, se pasa a Derecho, es escribiente de juzgado, y acaba dedicándose a la literatura. Sin él no tendrían las letras continentales la biografía intemporal del gaucho, Don Segundo Sombra. Heine, el poeta marxista, es alumno de Derecho en Gotinga y Berlín. Hoffmann, maestro de la novela fantástica, y juez a ratos perdidos. También fueron abogados Jean de La Bruyere, Enrique Larreta, Leconte de L’Isle, Lezama Lima, Eduardo Mallea, Próspero Merimée, Gabriel Miró, Blas de Otero, Armando Palacio Valdés, Ricardo Palma, Benito Pérez Galdós, Alfonso Reyes –el humanista mejicano- José Eustacio Rivera, Fernando de Rojas, Walter Scott, Sully Prudhomme, Carlos Mayolo –uno de nuestros cineastas mayúsculos-, Rafael Uribe Uribe, César Vallejo, Virgilio, Verne, José Zorrilla y Max Weber.
Metastasio y Montaigne, el Pandit Nehru y Amado Nervo, don Agustín Nieto Caballero y Rafael Núñez, el tenebroso Oliveira Salazar y el exaltado bolivariano José Joaquín de Olmedo, Nagisha Oshima (No le dice nada el nombre de este abogado japonés? Es una de las cumbres cinematográficas contemporáneas, con creaciones como El Imperio de los Sentidos). Y Federico Ozanam, docente de Derecho Mercantil en París. Leopoldo Panero. Juan Enrique Pestalozzi. Plinio El Joven, Marcel Proust, Maximiliano Robespierre, Vittorio de Sica, Fernando Solanas, Torcuato Tasso, Jorge Felipe Teleman, León Trotzki, Paul Valéry…
No quiero sugerirlo siquiera. Pero si usted estudia Derecho obligado por sus padres, súfralo un poco mientras tiene ocasión de enderezar hacia su destino. Así lo hizo Igor Stravinsky, y así lo hicieron muchos otros.
Estudiantes de Derecho fueron Petrarca y Jean Sibelius. Y Federico Schiller. Saddam Hussein se doctora como abogado en Egipto, bajo la protección de Nasser.
Extrajo Kafka la sordidez de sus imágenes –El Proceso- de la observación personal de los ambientes de la justicia europea mientras hacía su carrera de abogado? Las obsesiones de Nikos Kazantzakis por la justicia y la libertad –Cristo de nuevo crucificado, Libertad o Muerte, La Última Tentación- tienen fuente en su formación de abogado? Probablemente La Isla del Tesoro tiene poco qué ver con los estudios del abogado Robert Louis Stevenson; pero no se podría decir lo mismo de otra de sus obras claves, El Extraño Caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde.
Abogados fueron también Juan Zorrilla de San Martín, Juan Valera y Rabindranath Tagore. Haendel carga simultáneamente sus partituras de organista de la Catedral, y sus libros de leyes. Hugo von Hoffmanstahl es abogado de la Universidad de Viena. Abogado es Vicente Huidobro, con su poemática estelar, y lo es Christian Huygens: Quién diría que talvez desde las aulas forenses andaba pensando en las nebulosas… (La de Orión la descubrió después).
A Jorge Isaacs la lucha política lo saca de la Facultad de Derecho. Y a Jacopone da Todi el Derecho lo lleva al sacerdocio y a la música. Recuerde el Stabat Mater. Abogado es, naturalmente, Jefferson. Pero –menos obvio- lo es Juan Ramón Jiménez. Don Gonzalo Jiménez de Quesada. Y San Juan Crisóstomo. Benito Juárez. Y el Papa Julio III. La obra Punto y Línea en el Plano tiene un no sé qué de formalismo y de legalidad, pero es una de las obras más interesantes del abogado Vassily Kandinsky. (Casi alcanzó a serlo también otro pintor: Henri Matisse). Enrique Lacordaire. Y, quién creyera, Antonio Lorenzo Lavoisier, el padre de la química. Formados en el Derecho fueron Leibniz, Lesage, Lenin, Lincoln, Lukacz y Fray Luis de León. Y apenas vamos de caza en la L del diccionario…
O estudiantes de leyes que orientaron su impulso hacia otros vientos, Voltaire, Paul Verlaine, Valle-Inclán, León Tolstoi… Cómo sentirnos mal acompañados entre colegas como el líder Mandela, el revolucionario Mao Tsé Tung, el patriota Martí, el discutido Carlos Enrique Marx –abogado de la Universidad de Berlín-…
Y dejemos para otra ocasión el abogado como figura y tema de la literatura. Recuerda usted a Atticus Finch, creación de Harper Lee en Matar un ruiseñor? Fue el Oscar del 62 para Gregory Peck. Usted puede tener en su morral, como los soldados de Napoleón el bastón de Mariscal- un futuro Oscar, o un Nobel… no importa que no sea en Derecho. Pero estudie Derecho!
Imagen tomada de www.maximogris.net
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