Relaciones Estados Unidos – México
Profesor: Néstor García Iturbe
Maestrante: Natasha Díaz-Arguelles Ramírez-Corría
Relaciones de Estados Unidos con México.
INDICE
1. Presentación del país 3
2. Historia de las Relaciones Estados Unidos México 6
3. Relaciones actuales
4. Conclusiones 8
5. Cómo Cuba debe conducir sus relaciones con ese país 18 (Este epígrafe se omitió del trabajo original)
6. Bibliografía 20
Presentación del país.
México, oficialmente llamado Estados Unidos Mexicanos, es un país situado en la parte meridional de América del Norte. Limita al norte con los Estados Unidos de América, al sureste con Belice y Guatemala, al oriente con el golfo de México y el mar Caribe y al poniente con el océano Pacífico. Es el décimo quinto país más extenso del mundo, con una superficie cercana a los 2 millones de km². Su población ronda los 112 millones de personas en 2010. La mayoría tiene como lengua materna el español, al que el Estado reconoce como lengua nacional junto a 63 lenguas indígenas. La presencia humana en México se remonta a 30 mil años atrás, con el surgimiento de culturas precolombinas.
Luego de 300 años de dominación española, México inició su lucha por la independencia política en el año 1810. Durante más de un siglo, el país estuvo envuelto en guerras internas e invasiones extranjeras que tuvieron repercusiones en todos los ámbitos de la vida de los mexicanos. Durante la primera mitad del siglo XX tuvo lugar un período de gran crecimiento económico en el marco de una política dominada por un solo partido político. La economía mexicana contiene una mezcla de industrias y sistemas agrícolas modernos y antiguos, dominados cada vez más por el sector privado. Los gobiernos recientes han expandido la competencia en puertos marítimos, telecomunicaciones, la generación de la electricidad y la distribución del gas natural para modernizar su infraestructura. Siendo una economía orientada a las exportaciones, más del 90% del comercio mexicano se encuentra regulado en tratados de libre comercio con más de 40 países. El TLC más influyente es el Tratado de Libre Comercio (NAFTA), firmado en 1992 por Estados Unidos, Canadá y México, el cual entraría en vigor en septiembre de 1994. En el año 2006, el comercio de México con sus socios norteamericanos representaba cerca del 90% de sus exportaciones y el 55% de sus importaciones. Por el volumen neto de su PIB, se considera a México la decimocuarta economía mundial ( entre 2001 y 2006 fue la novena). Es la 2ª más grande de América Latina, y la 3ª en tamaño de toda América después de Estados Unidos y Brasil. Sin embargo, la repartición de la riqueza es desigual, al coexistir en el país índices de desarrollo humano altamente desarrollados con otros muy pobres. Políticamente, México es una República Democrática, Representativa y Federal, compuesta por 32 entidades federativas. La sede del gobierno está en la Ciudad de México, cuyo territorio fue designado distrito federal. Principales indicadores económicos PIB (Total a precios constantes de mercado) 2009 (CEPAL 2010) 719.763,9 millones de USD Tasa de crecimiento del PIB 2010. (CEPAL 2010) Estimado para el 2011 (CEPAL 2010) 5.3 % 3,5 % Deuda externa. 2009 (CEPAL 2010) 162.753,2 millones de USD Índice de inflación. 2010 (Banco de México) 4.40 % Reservas internacionales. (Banco de México) 112.996 millones de USD Exportaciones bienes y servicios 2009. (Anuario Estadístico Comercio Exterior 2009) 255.439,6 millones de USD Importaciones bienes y servicios 2009. (Anuario Estadístico Comercio Exterior 2009) 289 845,8 millones de USD Inversión extranjera 2008 (CEPAL 2009) 21.795,2 millones de USD Historia de las Relaciones Estados Unidos México Las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y México han estado llenas de acontecimientos históricos que han creado tendencias al conflicto y a la cooperación, a la controversia y a la concordancia. Se ha tratado de una relación difícil y de constante cambio. La cercanía geográfica entre ambos ha determinado la necesidad de interactuar y desarrollar una relación, a pesar de las notables diferencias existentes. La evolución de la relación se ha caracterizado por presentar cambios en la percepción de ésta, así como en la forma de actuar de los países, a pesar de dirigirse hacia esquemas de cooperación, no ha desaparecido la tendencia al conflicto. En los siglos XIX y XX, Estados Unidos y México sostuvieron varios enfrentamientos militares. En 1848, Estados Unidos se apodera de gran parte del territorio mexicano a consecuencia de la pérdida de la guerra por parte de México. La última intervención norteamericana en territorio mexicano, ocurre durante la revolución mexicana, estos son antecedentes históricos que fungirán como elementos determinantes en el futuro de la relación. En años posteriores, esos enfrentamientos no se olvidarían, por consecuencia la relación bilateral estaría caracterizada por el conflicto, la desconfianza y la fricción. Después de un siglo de conflicto y hostilidad, finalmente en la década de los 40, a consecuencia de la participación de ambos en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y México se hacen nuevamente aliados, logrando la construcción de medios efectivos de cooperación. Desde la década del 40 hasta la de los 80, ni Estados Unidos ni México hacen grandes esfuerzos por relacionarse entre sí de manera institucionalizada. En la década del 80, México se enfrenta a una de las peores crisis económicas de su historia, Estados Unidos colabora en el rescate de la economía mexicana. Su intervención en la crisis financiera les da pauta para el cuestionamiento de políticas mexicanas en el área comercial, financiera y de inversiones, así como en temas relacionados con el crimen organizado y la migración. En la segunda mitad de los ochenta ambos gobiernos proponen acuerdos para la creación de instituciones para tratar de resolver las disputas económicas. El establecimiento de la relación institucionalizada culmina con la firma del Tratado de Libre Comercio en 1994. A pesar que muchas áreas de conflicto seguían latentes, hacia fines del XX, México se convertiría en el 2do socio comercial de Estados Unidos, sólo superado por Canadá. La mezcla de asociación y cooperación en los años 90 significó dejar atrás una historia de experiencias negativas, los primeros acuerdos comerciales crearon las condiciones para que hubiera mayor confianza y compromiso compartido que permitiera el diseño y la aplicación de acuerdos posteriores. Relaciones actuales Desde el inicio del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, en 1988, hasta la llegada al gobierno de Vicente FOX, se vivió un periodo de buenas relaciones. Durante estos años, México fue gobernado por una «tecnocracia neoliberal mientras que en EEUU alternaron presidentes republicanos y demócratas. Ha sido un período positivo de la relación bilateral, a pesar de los inevitables conflictos derivados de la cercanía, los problemas socioeconómicos y políticos de México y la estrategia post-11 de septiembre de EEUU, que no es bien vista por su vecino. La apertura económica –cuyo símbolo fue el ingreso al GATT en 1986 y la firma del TLCAN en 1994– ha transformado la relación de forma muy profunda. La dependencia comercial es casi total de parte de México: 85% de su comercio se realiza con Estados Unidos. En términos cuantitativos, es claro que el TLCAN ha sido fundamental para la reactivación de la economía mexicana, tal como indica el aumento del comercio bilateral. Pese a ser socios comerciales, la agenda bilateral es compleja y conflictiva. Y, aunque básicamente está determinada por la forma de ingreso y negociación del TLCAN en los 90, muchos fenómenos internos, tanto en México como en EEUU, la condicionan. Aunque México ya no es un país agrario, sigue siendo atrasado; el Estado, además, no es capaz de resolver los problemas de la población, el más grave de los cuales es el desempleo. Las estructuras de justicia, policiales y de defensa siguen las pautas del siglo XX y es notable la ineficacia en el combate al narcotráfico, el crimen organizado y la delincuencia. EEUU, a su vez, ha solicitado –y presiona para ello, colaboración internacional para la lucha “contra el terrorismo”, en particular a sus países vecinos, que conforman su primer círculo de seguridad. El comercio, la migración y la seguridad, antes temas aislados, se han vuelto una tríada inseparable. En cualquier caso, la doctrina de seguridad nacional y defensa de EEUU se ha transformado radicalmente luego de los atentados del 11 de septiembre. Hay en ese país un consenso bipartidista acerca de los elementos estratégicos de la guerra contra el terrorismo, basado en una percepción de vulnerabilidad que debe ser superada con la creación de nuevas instituciones y la aplicación de políticas nacionales e internacionales en la búsqueda de la «seguridad de la patria» Los ataques terroristas se realizaron en territorio estadounidense, pero la consecuencia es que, directa o indirectamente, impactaron en todo el mundo. En México, la cooperación en la guerra contra el terrorismo se concretó a través de la firma de los acuerdos de fronteras inteligentes, en marzo de 2002, y la Alianza para la Prosperidad y la Seguridad de América del Norte (Aspan), en 2005. Sin embargo, las tendencias nacionalistas de las élites políticas en ambos países conspiran contra estos acuerdos. En EEUU, esta tendencia se manifiesta fundamentalmente en el desprecio a los organismos multinacionales –el llamado unilateralismo militar– por parte de los sectores más conservadores, básicamente en el Congreso. En México, se cuestiona el proceso de globalización y las consecuencias negativas del TLCAN –por ejemplo, en la agricultura–, lo que ha provocado un renacimiento del discurso aislacionista, sobre todo en algunos sectores del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido de la Revolución Democrática (PRD). En general, después del 11 de septiembre la agenda comercial se vio sustituida por la de seguridad. Por ello, los países que buscan entablar negociaciones comerciales con EEUU deben tener presentes los nuevos requerimientos de seguridad de ese país. Esto, además, condiciona en el caso de México los temas migratorios: algunos sectores conservadores del Congreso estadounidense consideran que, como México no coopera lo suficiente en materia de seguridad y defensa, no se puede ser flexible en el debate migratorio. En otras palabras, se fortalecen los sectores conservadores y aislacionistas que promueven el control de la inmigración. Fronteras y Seguridad Los atentados del 11 de septiembre abrieron el camino a un nuevo pensamiento geopolítico entre las elites de Washington, cuyo elemento central es la protección de las fronteras. México colaboró en la seguridad de su frontera norte, la más transitada del mundo: se producen allí unos 350 millones de cruces por año, de los cuales entre 400.000 y 600.000 son ilegales, provenientes sobre todo del mismo país, Centroamérica y el Caribe. Además, México protegió sus instalaciones vitales, especialmente las petroleras, y fortaleció la defensa de las instalaciones estratégicas. Por otra parte, se diseñó un plan de exclusión a la navegación naval y aérea que se mantiene hasta hoy en la Zona de Campeche, donde se genera 80% de la producción mexicana de petróleo. No obstante, la guerra contra el terrorismo, a pesar de que se ha transformado en una cuestión determinante de la relación bilateral, no está respaldada por una parte importante de la opinión pública ni por los sectores políticos más nacionalistas. La agenda de seguridad entre ambos países cambió: de una seguridad centrada en el control del narcotráfico, entre 1985 y el 2001, pasó a ser otra enfocada básicamente en la guerra contra el terrorismo. Las diferencias a ambos lados de la frontera son claras. Las prioridades de seguridad estadounidenses son múltiples: desde el abasto de energéticos y el control de las armas nucleares hasta el potencial peligro de ataques con armas químicas y biológicas. Las prioridades de seguridad de México incluyen, en cambio, el impacto que la pobreza puede generar en la estabilidad del Estado, así como cuestiones de orden político, como la legitimidad estatal en un marco de fragilidad del sistema democrático. Migración La percepción de ambos países también es opuesta en el tema migratorio: México necesita la «válvula de escape» de la frontera norte para una población demandante de empleo, mientras que EEUU defiende el control de su frontera sur para regular y reducir los flujos migratorios. En ese contexto, el pensamiento conservador estadounidense, concibe la migración como un problema de seguridad nacional, hipótesis fortalecida desde el 11 de septiembre de 2001. Así, la protección frente a los flujos migratorios des regulados y fuera de control se convirtió en una prioridad de seguridad para un EEUU en guerra. En México, no se tomaron en cuenta en las negociaciones con Estados Unidos las dos cosas que el gobierno de George W. Bush quería: que México asumiera como propias las necesidades estadounidenses en materia de seguridad y defensa y que se comprometiera a implementar una estrategia de reactivación económica que lograra retener a la fuerza de trabajo. Como consecuencia de ello, la relación bilateral tuvo dificultades. Según el Migration Policy Institute, México es hoy la principal fuente de migrantes a EEUU. De los más de 34 millones de habitantes de EEUU nacidos en el extranjero (sobre un total de 300 millones), aproximadamente 10 millones son mexicanos. Esto constituye 5,7% del total de la población migrante mundial. A su vez, EEUU es el principal receptor de inmigrantes del mundo. De los emigrantes mexicanos, 98% se dirige a Estados Unidos. Por tanto, la principal vinculación entre migración y seguridad después del 11 de septiembre está constituida por las fronteras, que se encuentran fuera de control. Poco después de los atentados terroristas, dado que los atacantes ingresaron por vía aérea y utilizaron aviones comerciales, se hablaba de controlar las fronteras aéreas, para lo cual resultó vital rediseñar la información migratoria y la seguridad aeroportuaria. Más tarde se incluyeron en la estrategia las fronteras marítimas y terrestres. El muro y las dificultades para el diálogo Aprobada por el Senado por 80 votos contra 19, la ley que ordenó la construcción del muro en la frontera de Estados Unidos con México, fue la última iniciativa sancionada antes de las elecciones legislativas del 7 de noviembre pasado. El proyecto original prevé un costo de 6.000 millones de dólares, pero solo se autorizaron fondos por 1.200 millones. Tras el visto bueno del Senado, el muro se convirtió en el único tema de la reforma migratoria que cuenta con aprobación parlamentaria luego de casi un año de debate. Fue aprobado solo el capítulo de «control físico» de la frontera, mientras quedó pendiente la modalidad de regularización de los inmigrantes ilegales. Conclusiones En general, puede afirmarse que, desde 1917 hasta el 2000, ambos gobiernos fueron pragmáticos; siempre mantuvieron negociaciones bajo la mesa. Hubo, desde luego, un inevitable zigzag, que dependió de los gobernantes de turno en cada país y de los acontecimientos internos y externos. En los últimos diez años, sin embargo, las encuestas demuestran que la opinión positiva de los mexicanos hacia su vecino ha descendido de 68% a 36%. Esto se explica por el cambio de prioridades de la política del presidente norteamericano y el fracaso de muchas iniciativas del gobierno de México, sobre todo en los temas migratorios. A ello se suma el hecho de que la opinión pública mexicana no ve positivamente la acción militar de EEUU en Irak. Del mismo modo, el cambio de las prioridades estadounidenses de seguridad nacional –que incluye la cuestión migratoria como parte de sus preocupaciones – genera un rechazo en la opinión pública mexicana que dificulta la capacidad de negociación del gobierno. Ambos países comparten una larga historia, resultado evidente que Estados Unidos ha ejercido gran influencia en asuntos de México. A consecuencia de las constantes intervenciones, los acontecimientos del pasado han creado en los mexicanos un sentimiento anti estadounidense de desconfianza, la cual ha dificultado el desarrollo de la relación. Los distintos tipos de intereses determinan la relación. Desde la perspectiva mexicana la relación con Estados Unidos es prioridad y como tal debe ser de alta atención, mientras para Estados Unidos sí es importante, pero es una de varias y son contadas las veces que requiere gran atención. Sobre los elementos específicos que conforman la agenda bilateral podemos concluir: 1. El debate sobre la frontera avanza en un sentido opuesto a la integración. En vez de convertirse en una región binacional abierta, legal, con flujos regulados, EEUU y México se encuentran, cada vez más, separados por una frontera cerrada, con muros y controles que obstaculizan el paso legal de bienes y personas. 2. La discusión sobre migración también avanza en un sentido opuesto a las iniciativas de integración. No hay una negociación entre ambos gobiernos acerca de las modalidades de los programas de legalización y regularización de inmigrantes ilegales, trabajadores temporales y documentación, que parta del reconocimiento de la existencia de mercados laborales transfronterizos. En lugar de ello, en Washington se afirma que los inmigrantes ilegales violan las leyes y que se deben construir muros para detectarlos, capturarlos y devolverlos a sus países de origen. En lugar de reconocer la naturaleza social e inevitable del fenómeno, las acciones gubernamentales se enfocan exclusivamente en los aspectos policíacos y de contención de la migración. 3. El debate sobre la seguridad binacional ha cobrado relevancia luego de la firma del tratado de fronteras inteligentes y de la reafirmación, en 2005, de varios compromisos de cooperación. También fue importante, en ese sentido, la creación de la Aspan, que incluye la cooperación contra el narcotráfico y en materia de justicia, seguridad aérea e información compartida por el Instituto Nacional de Migración sobre los extranjeros que transitan por México y las listas de pasajeros de las aerolíneas. Pero más allá de estos proyectos, la elite política estadounidense debe reconocer que, a diez años de los atentados del 11 de septiembre, no se ha detectado el ingreso por la frontera sur de un solo terrorista islámico. 4. En materia de defensa, EEUU pretende una mayor cooperación por parte de México, cuyos organismos militares se resisten. Esto es más evidente en la Secretaría de la Defensa Nacional mexicana (Sedena), responsable de la conducción del Ejército y la Fuerza Aérea. La cooperación es mayor por parte de la Armada. Pero, más allá de las diferencias, el debate se centra en si debe haber mayor cooperación en materia de defensa con un país que construye muros fronterizos. En otras palabras, no hay coordinación ni coherencia en ninguno de los dos países: México desea atraer y plantear la cooperación para el desarrollo, mientras que EEUU pretende obtener mayor respaldo de su vecino en materia de defensa, pero se niega a incorporar los pedidos de cooperación en otros temas. Todo esto ha derivado en una notable resistencia mexicana a colaborar con el Comando Norte, creado en 2002, y en la negativa a integrarse al NORAD. Una de las excepciones a esta relación tensa en temas de defensa fue la aceptación por parte de EEUU de la ayuda militar mexicana ante la destrucción de Nueva Orleáns en septiembre de 2005. En aquella oportunidad, tropas mexicanas ingresaron, por primera vez en la historia, al territorio estadounidense, mientras que la Armada de México participaba en la ayuda a la población damnificada. 5. El debate político divide claramente dos sectores a ambos márgenes de la frontera. Por un lado, aquellos sectores pro-TLCAN, pro-integración y pro-cooperación, constituidos por los liberales en EEUU –los hay en los dos partidos y en numerosos grupos de presión económicos, como los promotores del Consenso de Washington– y los neoliberales-tecnócratas en México, que también Cuentan con representantes en los tres grandes partidos políticos, sobre todo en el PAN y el PRI, además de sectores empresariales y grupos de la sociedad civil. Del otro lado se ubican los conservadores estadounidenses –que se oponen a la migración y defienden el unilateralismo y la construcción del muro. 6. El momento actual es de tensión. Las relaciones se encuentran en uno de los puntos más críticos desde 1988. Predominan las posiciones de no entendimiento y no negociación, que se explican debido a que la estrategia exterior de ambos países está orientada a atender al mercado político interno, como lo evidencian la construcción del muro o la negativa mexicana a cooperar en defensa y realizar las transformaciones económicas estructurales necesarias para superar los problemas económicos, crear empleo y retener a la población. Bibliografía Council on Foreign Relations (2008) Relaciones Estados Unidos-América Latina: una nueva dirección para una nueva realidad. Informe de Comisión Independiente. Fraga, Miguel (2005) El neoconservadurismo y la política exterior de la Administración de George W. Bush. 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