28 jun 2010

Iniciativa México, otro fraude

Proceso - 2010
Iniciativa México, otro fraude
Álvaro Delgado


MÉXICO, D.F., 7 de junio (apro).- Ante un gobierno fantasmal que sólo es fuerte con los débiles y servil con los poderosos, como las acciones policiacas en beneficio de la Minera México de Germán Larrea y el desdén por los deudos de la guardería ABC, el poder mediático que liderea Televisa clama por la unidad nacional mediante la Iniciativa México: Ofrece catapultar proyectos ciudadanos, pero es una verdadera tomadura de pelo.
Anunciada con un espectacular despliegue, que convirtió el exconvento de San Hipólito del Centro Histórico de la Ciudad de México en un gran set para el anuncio que fundió a Televisa con Televisión Azteca, así como con casi todos los grupos televisivos, radiofónicos y de prensa, Iniciativa México se presenta como la vía para que proyectos colectivos e individuales obtengan respaldo económico, previa selección de un Consejo Técnico y, como en los concursos, la votación de la audiencia.
Por la relevancia de los promotores, patrocinadores y miembros del Consejo Técnico y el Consejo Consultivo de esta idea de Televisa, en la que lamentablemente se ha usado a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y al Instituto Politécnico Nacional (IPN), se pensaría que el fondo para premiar con financiamiento proyectos de beneficio social sería cuantioso.
La envergadura de este proyecto, que sus promotores como Emilio Azcárraga Jean comparan con las gestas de la Independencia y de la Revolución, implicaría que el gobierno federal se sonrojaría de vergüenza porque un grupo de propietarios de medios de comunicación sacrificarían parte de sus ganancias para motivar a los millones de mexicanos que trabajan de manera honesta a favor de los demás.
No es así: Detrás de la parafernalia filantrópica y la hipocresía de exhibir los antivalores representados por policías de tránsito capitalino --¡todavía los llamados tamarindos!--, vendedores ambulantes y políticos peleoneros, pero omisos en los ladrones de cuello blanco que se cuentan entre los animadores de tal iniciativa, se esconde una cifra ridícula: Seis millones de pesos.
En efecto, como en los contratos tramposos, la letra chiquita de Iniciativa México premiará sólo los cinco proyectos finalistas a criterio del Consejo Técnico y del número de votos que obtengan de los curiosos: El primer lugar recibirá dos millones de pesos y los otros cuatro un millón de pesos cada uno.
Los cinco finalistas surgirán de 20 propuestas, cuatro por categoría --calidad de vida, desarrollo comunitario, medio ambiente, justicia y derechos humanos, y buen gobierno y rendición de cuentas--, que serán difundidas a través de los medios de comunicación y programas especiales conducidos por Carlos Loret de Mola y Sergio Sarmiento, para que el público las conozca y vote por ellas.
Eso sí, proyectos que se inscriban y no sean finalistas pondrán obtener premios de consolación: Saldrán en espacios de la tele --quizá a la medianoche o en programas de farándula--, de la radio y los periódicos adherentes.
Pero si Iniciativa México es fraudulenta con estas migajas, en una visión filantrópica que es inaceptable que avalen la UNAM y el IPN, lo son también sus propios promotores, particularmente Televisa y Televisión Azteca.
Se ostentan como modelos de virtudes cívicas, pero son en realidad los más tenaces violadores de la Constitución y las leyes, como lo prueban las multimillonarias multas que les ha impuesto el Instituto Federal Electoral (IFE) por los contumaces desacatos a transmitir los mensajes institucionales y de los partidos políticos.
Activo promotor de acciones golpistas, el dueño del Grupo Salinas, Ricardo Salinas Pliego, se ostentó como animador de una “alianza que recupere la esperanza” y pontificó:
“Los invito a sacar lo mejor que tenemos, lo mejor que somos y nuestros mejores sueños. Los invito hacer de lado la apatía y el cinismo para entregarnos a la tarea constructiva de un mejor país. Los invito a participar, envíen sus propuestas, ahora es cuando. Basta, basta de quejarnos de lo que no funciona y hay que pasar directamente a la acción”.
Este empresario sabe lo que dice: Su empresa televisiva ha violado sistemáticamente la ley y ha recurrido en 38 ocasiones al amparo para no pagar más de 200 millones de pesos en multas del IFE acumuladas desde 2008.
Lo mismo ocurre con Televisa, también sistemática violadora de la ley, cuyas multas no les ha sido cobradas por el IFE ni por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Lo mismo puede decirse de la conducta de Televisa y Televisión Azteca como medios de comunicación: Amafiados con el poder político, al que han sometido en los años recientes, la práctica de ocultar y manipular información de interés público los ha hecho sinónimos de ignorancia y oprobio.
Análoga conducta exhiben otros adherentes de Iniciativa México, como la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT) y ejemplares del periodismo como los hermanos Olegario Vázquez Raña, del grupo Imagen y Excélsior, y Mario Vázquez Raña, de Organización Editorial Mexicana y cacique del olimpismo.
Salvo el rector José Narro y la directora del IPN, Yoloxóchitl Bustamante, el elenco que forma parte del Consejo Técnico y del Consejo Consultivo de Iniciativa México no sorprende. Lo único curioso es que no apareció Enrique Krauze, accionista de Televisa y asesor de Felipe Calderón.
Por lo demás, Iniciativa México no es una novedad: El 12 de enero de este año, Emilio Azcárraga Jean, presidente de Televisa, expuso la idea de este proyecto:
“Hace 200 años un grupo de mexicanos buscó la independencia y, después de mucho trabajo, la consiguió. Luego pasaron cien años más y otro grupo de mexicanos buscó la democracia y después de mucho trabajo, igual: se logró. Hoy, 100 años después, estamos en una coyuntura que hace que no nada más un grupo de mexicanos busque construir un México mejor, sino que todos los mexicanos busquemos la construcción del México que queremos, de un México mucho más grande”.
Sí, lo mismo que dice el técnico de la selección nacional, Javier Aguirre, en el promocional que inauguró Iniciativa México, tan fraudulenta como Calderón...
Apuntes
Hay indignación entre historiadores serios de México y la comunidad de Jalisco, en particular la de Lagos de Moreno, que lleva el nombre del insurgente Pedro Moreno. La razón es que Calderón lo omitió en la lista de los héroes patrios, cuyos restos fueron exhumados el domingo 30 de mayo, de la Columna de la Independencia. En ese lugar yacen los restos de Pedro Moreno, quien luchó junto con el español realista que se unió a la causa de la Independencia Francisco Xavier Mina, a quien sí se le ha honrado…

27 jun 2010

Blog de La_Morsa: Mas si osare un extraño enemigo

Blog de La_Morsa: Mas si osare un extraño enemigoPor Juan Miguel Zunzunegui


Masiosare, ese extraño enemigo del que se hace mención en nuestro himno nacional, ha reaparecido y está nuevamente entre nosotros: profanó con su planta nuestro suelo y está listo para destruir a México.

Lo triste es que Masiosare es extraño pero no extranjero y de hecho ha estado eternamente entre nosotros; el principal y más terrible enemigo que ha tenido por siempre el mexicano, es el mexicano de al lado, dispuesto a hacerlo pedazos.

Los mexicanos tenemos esa maravillosa tendencia a achacar todos nuestros problemas a alguna misteriosa y maquiavélica fuerza ajena a nosotros: perdemos el mundial porque el árbitro está en contra nuestra; en las olimpiadas los jueces de la caminata están en contra de los mexicanos; Fernando platas no le cae bien a los jueces de clavados y por eso lo califican mal; seríamos ricos si los españoles no nos hubieran conquistado; seriamos potencia si los gringos no nos hubieran quitado el territorio del norte y hubiéramos ganado el mundial del 94 si Bora hubiera hecho los cambios y metido a Hugo. Por supuesto, López hubiera ganado si no fuera por el complot de la derecha internacional orquestado, con el cariño de siempre, por el osito Bimbo.

Nunca se nos ocurre pensar que los problemas de los mexicanos pueden ser culpa de los mexicanos, principalmente porque somos enemigos unos de otros. En casi todos los países del mundo, el ataque de un extranjero provoca la unión del pueblo por más dividido que esté. Aquí nos divide más. El presidente de TODOS los mexicanos (aunque hayan votado por otro partido) se llama Felipe Calderón. El señor se fue a una gira por Europa que tuvo bastante éxito y en la que desde luego nos dejó mucho mejor parado que su antecesor. En esta gira hubo cosas interesantes, se promovió al país, se le dio buena imagen, se dio confianza al inversionista…, pero las noticias en México le dieron más importancia a los berrinches del Mico Mandante Chávez. Calderón, representante de todos los mexicanos, habló de unidad en Latinoamérica por encima de izquierdas y derechas. Mico Mandante Chávez no perdió oportunidad para arremeter en su contra, insultarlo y burlarse de él y por tanto, del pueblo de México. De inmediato los diputados y senadores del PRD y otros partidos hicieron la “Cargada”…, pero del lado del Venezolano: es necesario restablecer la relación con Venezuela, sin importar los insultos que su presidente inflija al nuestro.

Hace poco el señor Bush habló ante su parlamento, dominado por la oposición. Fue presentado por la presidenta parlamentaria, de oposición también, quien en vez de tomar la tribuna y manchar de café su bandera se dirigió a los presentes diciendo: “Tengo el honor de presentarles al presidente de los Estados Unidos de América”. No lo quieren, es su enemigo, su oposición, no es popular, pero es el presidente. Aquí lo obligamos a entrar a escondidas a la Cámara.

Calderón va a España a hablar con el presidente Zapatero y ese mismo día se le adelanta el líder de su propio partido, un loco, radical, megalómano ansioso de salir en los medios; para decir que Zapatero hace mal las cosas y que en realidad no está combatiendo el crimen organizado y el terrorismo. Esos errores no son casuales. Enemigos internos. “Fuego amigo”. Ya ni hablar del gabinete alterno que dentro del PAN están formando los ex funcionarios, como Abascal, Derbez y el mismísimo Fox. ¡Señores, ya se les acabó su sexenio, hay que cerrar el ciclo, pasar a lo que sigue, maduren!

Fox era muy malo para la diplomacia, terrible; pero lo que le hizo Castro de grabarle conversaciones y publicarlas es una canallada, digna eso si, de un dictador senil. Los diputados y senadores de la oposición fueron al monumento a José Martí a colocar una ofrenda al pueblo cubano en desagravio..., ¡y nuestro agravio qué!

Hace cien años decía Porfirio Díaz: la razón por la que le va mejor a Estados Unidos es que una vez que alguien gana la presidencia, el pueblo y los políticos se le unen para trabajar por la nación. En cambio en México, en cuanto alguien toma el poder, todos, enemigos y antiguos amigos, se ponen en su contra. Eso fue hace cien años y pudo haber sido dicho ayer. Mexicanos al grito de guerra.., pero entre nosotros.

Y este es el meollo del asunto, nos atacamos entre todos cuando deberíamos unirnos porque es una costumbre histórica heredada de generación en generación. Cuando México firmó su acta de independencia, el 27 de septiembre de 1827, nuestro primer día como nación libre, comenzaron los golpes.

Unos querían un imperio, otros monarquía; de ellos, cada quien con un rey distinto; otros más se decantaban por la república, pero unos la querían federal y otros centralista. Eso nos hizo pelearnos todo el siglo XIX.

Cuando por fin los más importantes paladines de la independencia se pusieron de acuerdo, formaron un congreso que nombró emperador a Iturbide como Agustín I; al día siguiente, aquellos que pelearon a su lado ya peleaban en su contra.

Nuestro primer presidente, Guadalupe Victoria, encontró a su peor enemigo en su vicepresidente, Vicente Guerrero, quien al llegar a la presidencia encontró a su peor enemigo en su vicepresidente, Anastasio Bustamante. Otros grandes antagonistas fueron Benito Juárez y Valentín Gómez Farías, siempre que fueron fórmula de gobierno.

Y esa tan lamentada invasión gringa en la que perdimos medio territorio todo mexicano la recuerda, pero casi ninguno conoce los pormenores. Mientras los ejércitos invasores avanzaban por territorio nacional nuestros líderes se peleaban entre si por el poder. Dos Marianos eran los protagonistas políticos de la época; el presidente Mariano Paredes, al mando del mejor ejército del que México había dispuesto en su historia, en vez de defender a la nación de la invasión lo usó para conservar el poder. El otro Mariano; Salas, estaba en la capital proclamando la monarquía. Los yanquis desfilaban sin mucho disturbio a Palacio Nacional.

Y en la famosa Revolución Mexicana todos nuestros “héroes” se mataron entre si. Todos han pasado a la historia como buenos y tienen sus nombres en oro en el Congreso; pero el héroe Carranza mató al héroe Zapata, el héroe Obregón mató a los héroes Villa y Carranza y el héroe Plutarco Elías Calles mató al héroe Obregón. Por cierto que el héroe Calles fue expulsado del país por el héroe Cárdenas.

El proyecto de Guerrero era quitar a Victoria, el proyecto de Bustamante era quitar a Guerrero; el proyecto de Santa Anna era quitar al que estuviera; el de Juárez fue quitar a Santa Anna y el de Díaz quitar a Juárez. Madero tuvo un proyecto: quitar a Díaz; Obregón quitar a Carranza y Calles quitar a Obregón. El proyecto de Fox era quitar al PRI…,el proyecto del ciudadano López es quitar a Calderón.

Y en torno a esto último deberíamos reflexionar, sobre aquellas palabras citadas de Porfirio Díaz: ya es hora de que dejemos de unirnos para atacar al presidente, ya es hora de que el proyecto de nación deje de ser quitar al que tiene el poder.

Aunque el gringo promedio es Homero Simpson, son potencia mundial porque trabajan en equipo y porque a pesar de todo respetan a sus instituciones y a su presidente, mientras aquí Fernández Noroña trata de salir en la tele golpeándose contra el Estado Mayor.

En este momento decisivo de nuestra historia vemos una vez más a Masiosare enfrentando a todos contra todos. El ciudadano López está dispuesto a destruir y reventar este país antes de dejar que lo gobierne alguien que no sea él.

Dicen que el pueblo unido jamás será vencido… ¿cuándo será el día en que México esté unido? Tal vez ese día si logremos derrotar a Masiosare: ese extraño enemigo.

20 jun 2010

Lecciones de historia patria - La Jornada Michoacán

Lecciones de historia patria - La Jornada Michoacán
Jorge Ibargüengoitia
No, no nos referimos al bodrio mediático con el que Iniciativa México está bombardeando a los teleadictos, machaconamente, por boca de Javier Aguirre (y Costilla, según lo ha rebautizado Julio Hernández, columnista de La Jornada). “Lecciones de historia patria” es el nombre de la primera parte de Instrucciones para vivir en México, un libro de Jorge Ibargüengoitia que pareciera haber sido escrito con motivo de las conmemoraciones del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, no obstante que el escritor guanajuatense lo terminó poco antes de su muerte en 1983.
Ibargüengoitia se percata de que los festejos cívicos son la cosa más difícil de inventar, que, además, su organización suele provocar divisiones y hasta enemistades entre los distintos actores de la vida pública. Para muestra un botón: las diferencias, reclamos y las airadas polémicas que ha causado el traslado de las osamentas de los héroes de la patria al Castillo de Chapultepec. Hay quienes lo consideran una impostura oficial, esto es, un engaño y un culto innecesario, incluso un gesto ridículo. La historiadora Patricia Galeana, secretaria técnica de la Comisión del Senado para las conmemoraciones del 2010, lo ha llamado por su nombre: “Necrología a los héroes”. Y todo para que en el 2011 los nobles restos (suponiendo que todos sean auténticos) regresen al Ángel de la Independencia, sólo después de haber sido exhibidos en el Palacio Nacional.
Para honrar a nuestros héroes no se precisa de tumbas ornamentadas ni de grandes edificaciones. Se hace necesario más bien difundir, y llegado el caso, asumir sus acciones libertarias y las ideas que sustentaron su praxis histórica. Sin embargo –vuelve a la carga el escritor- lo primero que se le ocurre a la comisiones es levantar monumentos. El país ya está inundado de estatuas, erigidas de buena o mala fe, pero siempre bajo el influjo de una historia que termina petrificada, fundida en metal, vaciada de sentido, bajo la lógica de lo que don Luis González y González ha llamado la historia de bronce. Por eso –con disculpas anticipadas para los estudiosos responsables- el nombre menos apropiado que se le puede dar a un programa conmemorativo que pretende acercar la historia patria a nuestros niños es, precisamente, el de “Historia Monumental”. Ni qué decir del uso, o abuso, supuestamente memorioso que en este año se da a la obra pública, de tal manera que cantidad de puentes y pasos a desnivel, edificios y carreteras, parques y andadores se bautizan e inauguran con gran pompa, bajo el signo de los Centenarios.
Nadie en su buen juicio discute que es necesario destacar “el lado bueno de los próceres”. Pero es igualmente sano para la moral cívica y secular, comprenderlos y mostrarlos como hombres de carne y hueso, tal como lo ha hecho Rius en sus desenfadados libros. Así, verbigracia, por qué no describir al cura Hidalgo como un sujeto laborioso a la vez que fiestero y derrochador, padre de dos hijas; a Francisco Villa como Doroteo Arango, un centauro pendenciero que llegó a comandar la División del Norte; a don Álvaro Obregón como un gran estratega militar y un caudillo que, siendo presidente de la República, dio la orden para que se aniquilara al general Francisco J. Mújica, el más íntegro de los revolucionarios mexicanos. “Así fueron nuestros antepasados”, dice Jorge Ibargüengoitia; así hay que describirlos en las narraciones históricas. Fueron hombres y mujeres de la más alta dignidad patriótica y son ejemplares, lo mismo que humanos con falencias, afectos y debilidades. Nuestra tarea es comprenderlos; jamás, ensalzarlos mentirosamente, mucho menos, juzgarlos.
No escapó al ojo crítico de nuestro narrador la enseñanza de la historia y los libros que la contienen. “La historia que nos han enseñado es francamente aburridísima”, poblada como está de figuras monolíticas asociadas a frases célebres. Es el caso de Juárez y su sentencia sobre la paz y el respeto, frase que mucho repetimos pero que es letra muerta en la cultura política del México de hoy.
En el aula, en esa ínsula Barataria que es la escuela, las narraciones históricas resultan soporíferas y alimentan el tedio pedagógico, tal vez porque quienes las elaboran no han sabido presentarlas de manera ágil y amena. En los programas de estudio, lo mismo que en el cotidiano quehacer didáctico del docente, la historia es un saber caudatario, situado en la zaga curricular, no es prioritario ni interesante. Muy temprano, en un espacio disciplinario llamado salón de clase, los niños han sido vacunados contra ella; los medios de comunicación se encargan después, sistemáticamente, de la revacunación.
Las “Lecciones de historia patria” son breves pero incisivas, punzantes. En una cuantas páginas, Ibargüengoitia da cuenta, premonitoriamente, de la circunstancia conmemorativa que, en el cumpleaños número 200 de México, nos llama a la reflexión lo mismo que a la polémica. No extraña que sea un narrador quien, al respecto e intempestivamente, haya puesto los puntos sobre las íes: la novela nació ungida a la historia.
Mucho más tiempo nos tomaría un comentario completo sobre el texto en cuestión. Que sirvan estas líneas como invitación a su lectura. Para cerrar, un último pasaje aleccionador de la obra de Jorge Ibargüengoitia: un francés, monsieur Ripois, le espeta a una señora mexicana que no por casualidad lleva el nombre de Malinche: “Tiene usted (o tienen ustedes) una historia triste, y sin embargo, ha (o han) logrado conservar la alegría”. Cierto, nuestra historia ha sido triste; hoy es bruna, pero la esperanza nadie nos la quita.