En 1633, la inquisición obligó a Galileo Galillei a ponerse de rodillas y retractarse de sus teorías acerca del movimiento de la tierra. Al levantarse, Galileo murmuró: "¡Eppur, si muove!" (¡Y sin embargo, se mueve!). Lo que habría de significar es que a pesar de desdecirse, seguía pensando del mismo modo.
Desde entonces, esta frase se ha transformado en la quintaesencia de la rebeldía del científico ante la coerción de la autoridad y la censura de la fe.